domingo, 17 de octubre de 2010

KING OF KINGS (Rey de Reyes) (1961)

    Es gratificante poder hablar ahora de uno de los mejores compositores de la historia del cine, y no nos referimos al tan laureado John Williams (quien sin duda se merece esas alabanzas), sino de otro genio superior a él, según pensamos nosotros: Miklos Rozsa. Este húngaro nacionalizado estadounidense revolucionó desde un principio la forma de componer la música para el cine, y han sido muchos los que, desde entonces, han seguido sus pasos. De hecho, se le considera como uno de los padres de la música cinematográfica. Y no es para menos. Tras una carrera de más de cincuenta años, nos dejó BSO tan importantes como, entre otras, Spellbound, Quo Vadis?, Julio César, El Cid y, cómo no, sus obras cumbre: Ben-Hur y King of Kings. Por todas ellas, Rozsa obtuvo 16 nominaciones a los OSCAR, llevándose el prestigioso premio en tres ocasiones por Spellbound, The Killers y Ben-Hur.

    Tan solo  dos años después de componer Ben-Hur, Rozsa se enfrentó al reto de tener que componer otra obra para el mismo período histórico, y que, además, compartía personajes y situaciones con aquella. Musicó por segunda vez la Natividad, el camino hacia el Calvario y la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús. Era todo un desafío para él no caer en las autoreferencias (o autoplagios, tan comunes, por ejemplo, en James Horner), cosa que consiguió dando a la partitura, además, una maravillosa coherencia conceptual y emocional que solo el inagotable genio creativo de Rozsa podía llevar a cabo.
   
    Las investigaciones musicológicas sobre música de la antigüedad (que serian la base de su partitura para Quo Vadis? y alcanzarían su máxima expresión en Ben-Hur) vuelven a ser la referencia en la composición de la BSO de King of Kings, ampliadas ahora con influencias yemenitas y de música litúrgica cristiana. La espectacular Overture es una muestra de ello, contando con la potencia de los coros mixtos en tempo andante, remarcado por percusión metálica (campanas), alzándose como la voz colectiva del pueblo judío, que luego cede paso a uno de los temas mas hermosos y delicados compuestos por Rozsa, el de María, la madre. La línea musical, en la voz de la cuerda punteada por el arpa, traza elegantes ondulaciones con reminiscencias hebraicas para dibujar musicalmente al personaje lleno de sublime y femenina sensibilidad. Sin embargo, el tema principal de la BSO es  el que encontramos en Prelude. Tras una apoteósica y breve fanfarria en metal y percusión se desarrolla glorioso y sublime cuando se le suman las voces de los coros hasta llegar a un triunfante tutti orquestal que lo convierte en el anuncio de la victoria sobre la muerte del Hijo de Dios. Los últimos acordes nos introducen en la historia propiamente dicha y se funden con la percusión y el bronce de la implacable marcha que acompañan a las legiones romanas hollando suelo judío (Roman Legions), aderezada, sin embargo, con ciertos acordes de  música oriental. 

     Fundamentalmente, el resto de la partitura se construye sobre acertadas variaciones de los temas presentados en overture, Prelude y las primeras escenas de la película con una sabia utilización de la técnica del leitmotiv. La partitura incluye también otra marcha (Pontius Pilate´s Arrival) e interesantes piezas de música diegética de gran inspiración y de sugerente aire arcaico y orientalizante que son el fondo musical a las reuniones y fiestas de la nobleza judía y romana. De ellas, la más interesante, por trascender con mucho su aparente intención realista, es la de la secuencia en la que Salomé baila para su padrastro, Herodes Antipas, para después pedir como recompensa la cabeza de Juan el Bautista. 

    Pero mención aparte hemos de realizar al tema principal, el asociado a Jesucristo, que reaparece con todo su esplendor en Resurrection, con  los coros cantado el Hosanna, al que Rozsa confiere un tono de triunfante divinidad. El tema, por tanto, es capaz de trasmitir tanto la faceta divina como la humana de Cristo, reflejadas en secuencias como la de las tentaciones o la del Gólgota.

    El motivo trágico de la partitura aparece en Vía Dolorosa. Sobre un fúnebre y sordo obstinato en los timbales, una versión deformada del tema de Cristo le acompaña en su sufrimiento y en sus caídas. La cuerda arrastra agónica la línea musical y trasmite el creciente desfallecimiento del condenado y el tempo parece hacer insoportablemente largo el recorrido. Ya en la cruz, las tétricas sonoridades de las tubas y el clarinete bajo en sus registros más sombríos anuncian el final de la agonía.

    En resumen, King of Kings es una obra de calado sinfónico, una de las mejores partituras escritas por Rozsa y, para nosotros, una de las mejores de la historia, por su concepción monumental y corte sinfónico, como ya hemos señalado. Sin duda, Rozsa debió ganar el OSCAR por ella, pero debió de pesar en la Academia de Hollywood lo hecho en Ben-Hur dos años antes. Una BSO sublime que no debe faltar en las fonotecas de los interesados en las BSO, por ser, además, la última partitura compuesta por Rozsa para una película de romanos.

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sábado, 16 de octubre de 2010

JURASSIC PARK (1993)

    Film épico sin duda, ya sea por ser pionero en usar tantos efectos especiales generados por ordenador, o por lo apasionante de la historia, cuenta, además, con una banda sonora que no le desmerece en absoluto, sea por la rotundidad y grandiosidad de sus acordes o, simplemente, por llevar la firma de John Williams.
    John Towner Williams es, para muchos, el mejor compositor de bandas sonoras que ha existido. Para otros, entre los que nos incluimos, es uno de los mejores, compartiendo trono con figuras de la talla de Morricone, Miklos Rozsa, Erich Wolfgang Korngold o Max Steiner. Durante sus más de cincuenta años de trayectoria ha compuesto las BSO más conocidas, entre las que se incluyen las de Tiburón (ganó el OSCAR por su famosa fanfaria de cuerda que tanto estremeció al público), ET (con la que ganó otro OSCAR, inolvidable), Superman, La lista de Schindler (de la que él mismo dice que es su obra maestra), Harry Potter, El patriota y, cómo no, Star Wars, su obra más famosa y a la que debe gran parte de su fama internacional (con la que ganó su tercer OSCAR, por cierto). Es uno de los compositores más reconocidos, habiendo ganado cinco OSCAR y siendo uno de los compositores que más nominaciones a los mismos ha conseguido: 45.
    Williams, además, ha conformado un estilo propio, cercano al neoromanticismo, que otros compositores han tratado de imitar. En sus temas recurre mucho al leivmotiv, identificando con ello a personajes, lugares o situaciones (piénsese, por ejemplo, en el tema de Leia en Star Wars o en la contundente Raiders March en Indiana Jones: en busca del Arca Perdida.   
    Cuando hablamos de la BSO de Jurassic Park, estamos hablando de la 12ª colaboración Spielberg-Williams, alianza que ya había demostrado de lo que era capaz en el pasado y lo demostraría en ese año de 1993 con Jurassic Park y La Lista de Schindler. Jurassic Park es una obra al más puro estilo Williams: con las reminiscencias necesarias de Tiburón, se trata de una BSO que es sobre todo descriptiva y que incluye 3 temas especialmente vibrantes: Journey to the Island, Jurassic park Suite y The Raptor Attack.
    En Jurassic Park Suite, melodioso y fácilmente identificable,  la cuerda campa a sus anchas retratando majestuosamente la grandiosidad de los dinosaurios, con continuos sonidos made in Williams, como el triángulo, que da mayor ligereza, los continuos arpegios de flautas o el segundo grupo de cuerda que se cruza junto con el viento metal para dar mayor vigorosidad al tema. Es un tema bueno, pero no el mejor, ya que quizás peca de cierta simplicidad melódica en determinados momentos.
    Journey to the Island es, probablemente, el mejor tema de la película, el de la llegada a la Isla, mientras el helicóptero de InGen aterriza con sus nuevos visitantes. Comienza con una ligera fanfaria de cuerdas matizada con el sonido brillante de las trompetas hasta que, de golpe, nos adentramos en el espectacular pasaje del descenso del helicóptero. Ahí, el viento metal destaca por encima de todo con la percusión, arpa y la cuerda a su servicio, uniendo los momentos explosivos del viento metal con suaves sintonías de cuerda y madera.
    The Raptor Attack es un tema oscuro, lleno de recursos escuchados en las películas de terror. Chasquidos, chillidos y estremecimientos emulados por la orquesta de Williams. Se trata de un tema interesante del compositor, pero al que por su estilo descriptivo, oscuro y poco agradable, no se le concederá el tiempo que se necesita para apreciarlo, y llegar a escuchar otro tema en el que repite brevemente series de 6 notas graves esta vez para dar esa tensión al momento. Recuerda un poco a Tiburón, y hace que al espectador se le escape el corazón del pecho.
    Aparte de estos tres temas más o menos principales, Williams compuso una serie de temas secundarios de gran calidad y dramatismo, que nos transporta al mundo del parque y de sus misteriosos moradores, como Dennis Steals the Embryo, High-Wire Stunts o Remembering Petticoat Lane.
    En definitiva, esta banda sonora es una épica y opulenta partitura que se centra sustancialmente en tres poderosos temas sinfónicos, que se aplican para resaltar la grandeza de los dinosaurios y el sentido de gran aventura, y que contiene también espectaculares temas de acción, con coros incluidos. Está considerada como la mayor BSO de todos los tiempos, algo exagerado, pensamos, pero que, desde luego, es una de las mejores, muy por encima de la inmensa mayoría.

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viernes, 15 de octubre de 2010

BRAVEHEART (1995)

    Continuamos con el ciclo de Bandas Sonoras de películas épicas con una que ya se ha convertido en todo un clásico: Braveheart, compuesta por James Horner, un compositor que, cuando quiere, sabe hacer bien su trabajo, pero que es experto en cabrear al personal con sus continuos plagios y autoplagios.
    Horner es un compositor y director de orquesta estadounidense que tuvo su momento de gloria en los años 80 y 90, décadas en las que compuso partituras memorables como Star Trek II y III, El Nombre de la Rosa, Fievel y el Nuevo Mundo (Nominado al OSCAR por ella), Aliens (tambien con nominación al OSCAR y al Globo de Oro incluida), Willow (una de las más recordadas), Jumanji, Apollo XIIITitanic (su mayor éxito, constando como la banda sonora más vendida de todos los tiempos), y, más recientemente, Avatar y El nuevo Kárate Kid, por mencionar algunas. A partir de 1997, tras componer Titanic, Horner inició un lento pero progresivo declive  en calidad musical y en prestigio (las grandes superproducciones no contaban ya con él),  del que solamente saldría gracias a Troya (tímidamente) y Avatar.
    Además, Horner es uno de los compositores de BSO más criticado, ya que sus plagios están a la orden del día, es decir, que reutiliza acordes, hooks, y hasta pasajes enteros de otras bandas sonoras y canciones, sean suyas o no (http://www.youtube.com/watch?v=jQd5ueBM5Yk&NR=1). Memorable es el plagio cometido en La Máscara del Zorro, en la que se pueden oir pasajes enteros de El baile de Luis Alonso, La Malagueña y otras partituras populares españolas. También es de órdago lo hecho en Troya, cuya banda sonora es prácticamente idéntica a la partitura de Enemigo a las Puertas. Se acusa a Horner de haber plagiado hasta al mismísimo John Williams, y existe un movimiento en internet y un grupo en Facebook que lo critica por su característico "Parabará", que comparten películas como Avatar, Troya o Willow (http://www.youtube.com/watch?v=WenofzRIwZw).  
    Debates aparte, hemos de decir que Braveheart es original en su conjunto, aparte de algunos pequeños refritos fácilmente perdonables (hay rumores, no demostrados, de que el tema principal chupa de una ópera del japonés Kaoru Wada, pero más de un tema de Joe Hisaishi titulado "Asian Dream Song"). Perdonables porque agradará sobremanera a cualquier amante de la música celta, ya que impera el sonido del whistle y la gaita en la melodía y los tambores celtas en las partes rítmicas. Y es que, siendo sinceros, esta partitura es una de las pocas veces en las que James Horner ha tenido reminiscencias de genialidad. 
    Horner administra perfectamente el sonido de la orquesta y da a cada escena el timbre y cadencia necesarios para realzarla y potenciarla. Los violines brillan con una fuerza arrolladora en los temas románticos, alguna que otra vez acompañados por oboes y whistle, y con un cierto toque de sintetizedor en ocasiones. La deliciosa For a love of a princess conecta con el espectador, haciéndole partícipe del cúmulo de sensaciones que se describen en pantalla. Acusaciones de plagio aparte, este tema principal (al que magistralmente se recurre en leivmotiv) posee una gran orquestación, y la cuerda (dulce, sensual, romántica) hace que afloren, en muchos momentos, lágrimas de emoción.
    Para el resto de escenas, de acción incluidas, Horner compuso música a base de percusión en muchas ocasiones, con gaitas que suenan reivindicativas, provocadoras e incluso estremecedoras, e intercalando el whistle magistralmente en medio de los trombones y trompas (el whistle es la característica flauta celta que se escucha en toda la partitura). Ejemplos de ello son la genial Songs of Scotland, que mezcla, a bandazos, ritmos trepidantes y momentos románticos; The battle of StirlingRevenge, donde el sintetizador y las gaitas interpretan acordes ásperos más propios de una película de terror; o Making Plans, que termina con una deliciosa melodía típicamente celta interpretada por tambores, whistle y gaitas brillantes con los violines usados magistralmente como contrapunto. 
    En definitiva, y polémicas aparte, podemos decir que Braveheart combina a la perfección lo celta con la orquesta, emocionándonos con sus temas románticos y haciéndonos vibrar con sus temas de acción al ritmo de los tambores y las gaitas. Horner fue ideal para este papel celta, ya que en muchas de sus bandas sonoras había apostado por los sonidos gaélicos. No es de estrañar que luego Titanic bebiera también de lo celta, lo mismo que Avatar. Horner es un compositor que mezcla hábilmente instrumentos exóticos con la orquesta, y quedó demostrado en Braveheart. Nadie más idóneo que él para la partitura de esta película, totalmente imprescindible para los amantes de la buena música, en general, y de la celta, en particular.

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For a love of a princess: http://www.youtube.com/watch?v=fk8323r577w




  

lunes, 11 de octubre de 2010

Alejandro Magno (2005)

Para comenzar este Blog, Vamos a empezar por analizar la banda sonora de una de mis películas favoritas, Alejandro Magno.
Para poner música a la historia del legendario rey macedonio, se eligió a Vangelis, un ilustre compositor griego que ya había destacado con bandas sonoras de la talla de "Carros de fuego", "Blade Runner" o "1492: La conquista del Paraíso", pero que en aquellos momentos se había venido a menos. Su música siempre había estado caracterizada por el uso de sintetizadores y, ocasionalmente, instrumentos acústicos para crear atmósferas de sonido envolvente, en un tono generalmente grandioso y solemne. Sin embargo, la elección de Oliver Stone no estaba exenta de riesgos, sobre todo después de que Vangelis estuviera apartado del mainstream hollywoodiense durante doce años. Además, tratándose de Stone, todo apuntaba a que el elegido podría ser John Williams, con quien ya trabajó en Nacido el 4 de julio, JFK y Nixon. Pero no, prefirió tener en cuenta la conexión cultural y geográfica del compositor con el macedonio, y los resultados no han sido del todo satisfactorios. Evangelos Papathanassiou, nombre real del compositor, ha respondido al reto con una obra que, si bien es tremendamente apasionada y brillante por momentos, no resulta original dentro de su ya dilatada trayectoria.

Como ya hiciera en 1492, Vangelis lleva a cabo su habitual fusión de recursos musicales (básicamente sintetizadores, coros y orquesta clásica) en dos grandes bloques temáticos y, por tanto, formales y estilísticos. El primero, de corte más intimista y exótico, describe la infancia y adolescencia del conquistador, así como su travesía por la India y el antiguo Imperio Persa. Para ello recurre a una serie de melodías muy sencillas, casi minimalistas, realizadas con instrumentación étnica, que aportan cierta carga lírica y mágica al conjunto. Se trata de paisajes sonoros atmosféricos y cargados de erotismo explícito, de clara inspiración oriental, como "Roxane´s Dance", "Gardens of Delight" o el delicioso "Roxane´s Veil", que introduce el desasosegante tema de amor. A esta parte corresponden también otros cortes de estilo new age, como el inicial "Introduction", "One Morning at Pella" o "Inmortality", cuyas sonoridades recuerdan los laberintos sordos de Blade Runner. Con todo esto vemos que Vangelis flaquea a la hora de abandonar la sombra de su glorioso pasado. De hecho, "Roxane´s Veil" había aparecido anteriormente en un álbum de Vanessa Mae , cuyo violín interpreta la melodía principal.

En contraste, el segundo bloque musical emplea la fuerza de los sintetizadores y los coros masculinos, combinados con la orquesta tradicional, y en concreto con la sección de percusión, para acompañar la batalla de Gaugamela, donde Alejandro venció a Darío III, todopoderoso señor de Persia, y la del río Hidaspes, en la que derrotó al rey Poros tras una contienda sangrienta. En esta parte encontramos el  tema central, deudor del superventas "Conquest of the Paraside", pero eficazmente maquillado con un aire algo más marcial y glorioso. "Titans" es un tema de corte épico que, sin embargo, no llega a sobresalir. Las rotundas "The Drums of Gaugamela", "The Charge" y "Across the Mountains" se quedan en eso, "rotundas", ya que por sí solas son dos piezas de gran calidad pero que en el film no convencen, ya que no tienen ni la aspereza ni el aire marcial necesarios para sorprender al espectador, a pesar de contar con el sonido  de enérgicos coros. En este sentido, se advierten ciertos ecos del último Zimmer (Gladiator, The Last Samurai y King Arthur), pero sin llegar al nivel de la copia descarada que perpetró James Horner en la inefable Troya. Algo inexplicable después de escuchar la sublime banda sonora rechazada de Gabriel Yared.

En resumen, a mí me parece que la elección de Vangelis fue desacertada, y que, a pesar de la calidad musical que exhibe, su música no era apta para un film tan espectacular como es el de Alejandro Magno. Vangelis vuelve a caer en sus excesos habituales (tendencia al exhibicionismo y clara concepción comercial del tema principal, más que su adecuación al film), y no es un compositor al que se le dé bien ambientar batallas con música poderosa y áspera que nos meta de lleno en el combate. Para mí, la elección perfecta hubiera sido Hans Zimmer, compositor que sabe mezclar a la perfección el romanticismo con el áspero ambiente del combate.

En definitiva, Alejandro Magno es una Banda Sonora que es agradable escuchar separada del film, pero que en conjunto con este desmerece la gran factura del segundo.