sábado, 5 de marzo de 2011

Die Päpstin (La Papisa, 2009)

    En los últimos tiempos estamos observando que el estancamiento de ideas que se está produciendo en Hoollywood es alarmantemente elevado. Cada vez más se recurre a los remakes y a prolongar las películas de éxito con segundas y terceras partes que no vienen al caso. Es un mal endémico que empezó a expandirse como un rayo  por el cine americano a finales de los años 90 y que actualmente está en todo su apogeo, para fastidio de miles de aficionados al cine que lo único que quieren es pasar un rato agradable visionando ideas originales y no refritos de los, por otra parte, mucho mejores clásicos de la época dorada del cine americano.
    Afortunadamente, mientras Hoollywood se estanca, el cine europeo ha experimentado un gran crecimiento, tanto en cantidad como en calidad (menos el español, y siento decirlo, ofenda a quien ofenda). Ya no es nada raro encontrarnos en la cartelera producciones de origen europeo con guiones más que aceptables y puestas en escena impresionantes que emulan a las grandes superproducciones Hoollywoodienses costando una décima parte del presupuesto de aquellas. Y de éste resurgir del cine europeo (no olvidemos que el cine fue inventado en europa) tiene mucha culpa el excelente momento que está viviendo el cine alemán, con esta Die Päpstin a la cabeza de las buenas producciones (aunque ésta en concreto ha sido una co-producción alemana-inglesa-italiana-española). Del mismo modo,  la música de cine alemana nunca había llegado mucho más allá de sus fronteras, pero actualmente vive una época más activa gracias a los esfuerzos de compositores como Niki Reiser, Doldinger Klaus, Stefan Zacarías o sus dos más famosas exportaciones, Hans Zimmer y Klaus Badelt. 
    Die Päpstin es una aclamada película que narra la extraña (y muy posiblemente cierta) leyenda de Juana de Ingelheim, una mujer que se las arregló para disfrazarse y convertirse en el Papa de la Cristiandad. Para componer la música que acompañara a esta peculiar historia se eligió al suizo Marcel Barsotti, uno de los principales compositores de BSO en Alemania, quien creó una partitura intensa y emocional, llena de canto llano litúrgico y una fluida armonía orquestal, temas espectaculares y texturas suntuosas;  un resultado tan sorprendente que podría haber pasado por ser una composición de esas a las que nos tenían tan acostumbrados los americanos.
    Ésta score está basada principalmente en torno a un conjunto orquestal estándar con el apoyo de una amplia gama de instrumentos de época, solistas y arreglos corales. En Die Päpstin no se nos presentan temas llamativos ni grandilocuentes,  pero es en su conjunto donde se nos muestra una inteligente y medida orquestación con la que Barsotti juega, desarrollando constantemente variaciones de los temas principales de la BSO. Es por eso que, para apreciar todos sus puntos fuertes y esa belleza inherente que posee, es necesario oírla con atención varias veces.
    A pesar de la ambientación de la película (en el siglo VIII), la partitura carece casi por completo de motivos antiguos. Más bien es cálida y romántica, escrita para una orquesta convencional con énfasis en las cuerdas, piano, instrumentos de viento y coro, y con un sonido moderno clásico que es excepcionalmente atractivo. El tema principal, Pope Joan, es una pieza cadenciosa y elegante para la cuerda y la madera que se eleva en calidad en la segunda mitad de la pista. Más tarde, piezas como Dorstadt, la poco ostentosa Pope Sergius, y la romántica I'll Wait for You Here Every Evening at Sunset  replantean éste tema principal con excelentes resultados, mientras que en Like a Mustard Seed in the Garden, en la que se se nos presenta con una magnífica guitarra acústica, es especialmente maravilloso.
     El tema secundario de la partitura, Joanna's Theme, es más triste, una pieza nada optimista para piano, notas tenidas de la cuerda  y un cello hermoso que parece expresar la visión innovadora de Joanna, su destino fuera de convenciones y su sentido de la libertad dentro de las aplastantes limitaciones del mundo en que la ha tocado vivir. 
    Hay, naturalmente, un elemento litúrgico importante en la partitura, expresado a través del trabajo coral. Anno Domini 887 y Johannus Anglicus contienen piezas sublimes de música religiosa con un coro de voces masculinas interpretando cantos gregorianos, mientras que  Count Gerold's Pain y Sacred Gates son menos religiosas en sí, pero más espirituales, en particular gracias al uso de instrumentos de viento antiguos y étnicos, violines solistas y trabajo vocal angelical.
    En otros lugares, como en  Carnival, se añade un toque de vida y efervescencia a la partitura con bailes de estilo medieval, instrumentos de viento antiguos y ritmos vivaces y optimistas que llaman la atención. Y, de vez en cuando, la música toma un giro siniestro, sobre todo durante el melancólico The Envoy, la maliciosa Emperor Lothar, y la intimidante Easter Ceremony, todo lo cual aumenta la presencia de metales, agrega  elementos de percusión e incluso hace uso ocasional de lamentos de voces árabes, lo cual da mucha oscuridad a la música.
    En definitiva, me encanta cuando las BSO no muy conocidas, compuestas por compositores no muy conocidos, me sorprenden por ser tan buenas. Si Die Päpstin es un ejemplo de la calidad general de la obra de Marcel Barsotti, el cine internacional se está perdiendo a un gran compositor a la altura de muchos grandes de la música del celuloide.

ENLACES








No hay comentarios:

Publicar un comentario